Comunicarse en tiempos de virus

Ya no nos besamos. No nos abrazamos. No nos tocamos. Hacemos “cobras” y esquivamos manos. Anteponemos codos y guardamos distancias de seguridad.

Nos estamos haciendo a esta nueva realidad. Porque el ser humano se adapta y una sociedad como la española, a la que le ha gustado más el contacto físico que comer, es capaz ahora de rociarse con gel hidroalcohólico y mandarse besos volados.

Los saludos, gestos y expresiones físicas forman parte del lenguaje corporal y éste, a su vez, de la llamada comunicación no verbal. Podemos encontrar cierto consenso entre los expertos al asegurar que tan importante es el mensaje como el modo en  el que se transmite. Al fin y al cabo, podrían estar contándote algo tan obvio como que la Tierra es redonda que, haciéndolo de manera titubeante y con carraspeos, no sonaría del todo fiable.

Sin adentrarnos en debates más complejos como el de McLuhan, que aseguraba que “el medio es el mensaje” ni enredarnos en divagaciones sobre las diferencias entre medios, canales y herramientas de comunicación; yendo a lo práctico, a nuestro día a día, parece obvio que nuestra forma de expresarnos dice mucho de nosotros mismos. Y que, en último término, este nuevo régimen de “no contacto” puede modificar nuestra forma de comunicarnos y relacionarnos.

 

Tengamos en cuenta otro factor. El uso de la tecnología para vernos y escucharnos, sin tocarnos, sin olernos. ¿Acaso no hace más difícil transmitir una idea, un sentimiento? Por su puesto que sí.  Nada tiene que ver comunicar un despido de manera presencial, que hacerlo a través de “Zoom”.  ¿Llegaremos a un mundo tan frío y deshumanizado?

Y no hemos mencionado hasta el momento el uso de las mascarillas que, sin lugar a dudas, hace más complejo reconocer la expresión facial del interlocutor. Sin poder ver nariz y boca, el poder de la mirada cobra aún más fuerza. En muchos casos puede ser el único generador de confianza entre dos personas que mantienen una conversación.

Si trasladamos esta reflexión al ámbito de los líderes políticos y su forma de relacionarse en esta nueva era, podemos encontrar todo tipo de análisis al respecto. Los expertos comentan los toques de codo y los “Wuhan shake” entre jefes de estado y de gobierno, adentrándose así en un nuevo mundo por estudiar.

Parece claro que en esta “nueva normalidad” los expertos en comunicación en público tienen mucho trabajo por hacer. De su buen hacer dependen líderes de todo tipo que, más allá de estar bien asesorados en la redacción de sus discursos, tendrán que hacerse creer. En un momento en el que no parece reinar la confianza.